Pasa el tiempo sin remedio, sin poder contener la respiración para pararlo y hacer, aunque fuese por unos instantes, lo que quisiéramos, sin que nadie ni nada se diera cuenta.
Los años te dan perspectivas nuevas para saber si aquello que hiciste en un pasado fue acertado o fue un error, y de errores hay muchos...en los que se puede pintar encima de color verde-amarillo-rojo-azul, y los que te persiguen durante mucho tiempo y tiene pinta de color negro…zumbón. Tomar decisiones no es fácil, y más a edades tempranas, cuando la decisión que habitualmente crees que es la acertada es fruto de un impulso instintivo que sale no se bien bien de qué parte de tu cabeza y que te hace sentir genial en los momentos que lo siguen. Pero con el tiempo aprehendes a controlar esos impulsos, a observar detalladamente que no hay herramienta más fuerte en la vida que la evidencia de hacer aquello que nos dice la lógica, porque lo que es cierto es que ésta nunca fallará y no se dejara llevar por los sentimientos.
Odio esa falsa apariencia de felicidad que trae consigo la navidad, como si todo el mundo tuviera una sonrisa dibujada en la cara de sol a sol sólo porque son fechas señaladas. Los días son como son, un aburrimiento constante en los que ciertas irregularidades, a veces dibujadas por ti, a veces por otros, te hacen tener la sensación de que ciertamente vale la pena abrir los ojos cada mañana, pero cuando hay tan pocas cosas en tu alrededor que te den ese pequeño impulso… es similar a transportar una mochila con piedras mientras vas en bici en una subida hacia la montaña, hacia tu everest personal, yo se que al final llegaría.
Pero que la gente aparente ser aquello que realmente no es no debería suponer un problema para uno mismo, pues es tan fácil mentir como decir la verdad.
La gente suele perseguir estrellas durante toda su vida cuando realmente es sabido que todos acabaran en una pecera llena de peces de colores, dando un sin fin de vueltas sin más sentido aparente que volver a empezar aquello que ya han conseguido terminar. Aunque que una cosa termine no quiere decir que no se pueda retomar, si tu objetivo era acabarlo bien por ti, pero ten cuidado y no te precipites, porque muchas veces las puertas se cierran de golpe cuando pretendes volver a entrar, el viento sopla a su parecer, y luego es normal que esté encajada, porque decidiste terminar, aunque lucharé lo que pueda para abrirla, tan solo para que quien este al otro lado sienta mi aliento.
Si tu quieres.
Las personas estamos programadas para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no queremos sufrir, pero caemos en un error fatal, en no saber aprovechar el sufrimiento para hacer nuestra mente más fuerte. Normalmente las mayores alegrías de la vida vienen precedidas de una desgracia que hacen que una alegría, cualifiquemosla de normal, se transforme en una gran alegría por el aliciente de venir después de lo malo. Pero como ya he dicho en otras ocasiones, lo bueno no es bueno por naturaleza, igual que lo malo no tiene porque ser malo por contener esas cuatro letras.
La plenitud está en saber arañar un poquito de lo bueno y un poquito de lo malo para hacer de eso algo propio y sacarle el jugo que engrase las ruedas dentadas de nuestra vida, para no tener problemas personales más allá del estreñimiento… por ejemplo.
Hoy estoy cansado, llevo días cansado porque hay una cosa que deseo constantemente estos días y no llega, y no se si llegará. Estoy armado de paciencia y almenos dudo, y eso es bueno. No persigo una estrella ni un sueño, tan solo lucho por lo que realmente quiero, por aquello que mi mente siente que necesita para comprovar que la existencia no es absurda, porque si la existencia fuera absurda, lograr un éxito brillante no tiene más valor que fracasar por completo. Creo que la lucidez hace amargo el éxito, mientras que la mediocridad alberga siempre alguna esperanza.
Así pues, seguiré luchando por aquello que realmente ahora, con el paso del tiempo, veo que vale la pena, porque sin ciertas cosas en tu vida, ésta no vale nada o casi nada.
No hay que ponerse límites como dije en uno de mis posts, tan solo ser humilde y sentirse mediocre ante los demás, porque esta es una virtud que puede llevarte a lugares insospechados sin que mucha gente lo advierta, y eso dependiendo de con quién trates es importantísimo. Ahora si, siempre sintiéndote interiormente el más fuerte, como para ser capaz de romper esa pecera, por si caes algún día en ella, de un cabezazo o del salto más grande de tu vida.